Como un incesante aleteo
sobre mi exhausta voluntad,
como un devenir en el tiempo...
siento que debo marchar.
La oscuridad me condena
la luz se apaga ante mí,
y sin coraje me entrego,
la lucha llega a su fin.
No más pelear por salvarme,
por intentar subsistir,
el cataclismo del alma
se ha apoderado de mí.
Me sumerjo en los silencios
de esta amarga soledad
que arropa todos mis huesos
y desnuda mi ansiedad.
Triunfadores o vencidos
que más da, si en tanto yo...
me arrastro por los caminos
de esta dura indecisión.