Fuimos respeto, y ternura...cariño y pasión.
Conocimos de la mano, el amor maduro, cuando la vida ya nos había colmado de todo tipo de experiencias, buenas...malas...cuando ya no esperábamos mucho más de ella...allí estábamos, los dos con la mirada henchida de deseo, imaginando que podría pasar, ¿si?....y por qué no?.... hubo tantas dudas... tantas preguntas sin respuestas...
Intentamos ser cautos al actuar...pero no al sentir.
Nuestros ojos, nuestras manos, lo decían todo, hablaban por nuestras bocas que luchaban por retener esas palabras que se agolpaban por salir, por gritar todo el sentimiento que tenían dentro, y que necesitaban dejar escapar.
Hubo días tristes, en los que la nostalgia y melancolía se peleaban con la razón, queriendo hacernos ver que éramos dos personas ajenas a este amor, que nuestras vidas estaban destinadas a estar separadas, aun sabiendo el amor que existía entre los dos.
Pero mi rebeldía, al igual que tu deseo, no podía conformarse con ello, y juntos iniciamos una aventura al margen de nuestros mundos. Inventamos uno sólo para nosotros...en el que nadie pudiera inmiscuirse y romper la frágil línea que separaba nuestro mundo de la cruda realidad.
Deseosos de haber iniciado esta historia muchos años atrás, nos tuvimos que conformar con lo que la vida nos prestó, porque sólo fue eso, prestado, nos puso la miel en los labios para con el tiempo quitárnoslo.
No nos conformamos sólo con...vernos de vez en cuando, costaba acostumbrarse a verle siempre viajando, tenía miedo que pudiera pasar algo, me hubiera sentido culpable de por vida ...llamadas...mensajes....correos, necesitábamos más, y eso no podía ser, nuestros mundos eran diferentes, muy diferentes.
Fue un amor tierno, limpio, y muy sincero.
Hoy lo recuerdo con nostalgia, sabiendo que tú al igual que yo, también lo recuerdas.
"Amor sereno,
que llenaste mi alma
de amor del bueno".
Extraído del libro "Alma perdida"